Donde duele, inspira.

Donde duele, inspira.
Donde duele, inspira.

martes, 22 de noviembre de 2011

Otro día más con la misma historia de siempre.

Ayer iba por la calle de camino a casa, hacía frío y yo iba con los cascos puestos a todo volúmen para no oír los ruidos de la calle. Cogí mi iPod, y puse en marcha el modo aleatorio. De repente, empezó a sonar una de mis canciones preferidas, es automático, siempre que la escucho una sonrisa se dibuja en mi cara. La letra de esa canción  trata el tema de la distancia, de como una persona puede estar contigo, y al día siguiente maracharse sin tú darte cuenta de ello. Por un momento le dí al pause, y me puse a pensar: "Debería existir un botón de esos rojos que indican "Danger. Please, don't touch"en cualquier lugar, en algún rincón escondido, que al pulsarlo no sucediera nada malo, sino todo lo contrario, que te transladara a otro lugar diferente, o que simplemente te cambiara en ese mismo instante el pensamiento. A todos nos solucionaría nuestros problemas, ¿o no?" Cuando volví de mi mundo me giré para cruzar la calle y me frené en seco. No, esto no  podía estar pasando, tenía un botón rojo igual que como me lo había imaginado delante de mi. Tenía miedo de pulsarlo y que pasaran cosas extrañas, estaba al cien por cien segura de que esa cosa redonda no era real, pero aún así, una parte de mi me pedía comprobarlo. Me dije para mi misma: " Piensa en algo, en lo que sea, vamos". No se me pudo venir a la memoria otra cosa que la imagen de una despedida, sí, nuestra despedida. Yo misma me arrepentí de pensar en aquello, pues se nos pasó todo tan rápido y el final fue tan triste, que jamás lo iba a olvidar y siempre que lo recordaba, me ponía algo melancólica. Rápidamente me puse nerviosa y mis ojos se empaparon de lágrimas, busqué corriendo el botón y sin más, lo pulsé cerrando los ojos. ¿Qué habría pasado? ¿habría cambiado algo? ¿o seguiría todo como hasta entonces? Cuando quise abrirlos no me sorprendí nada, todo estaba igual que hacía escasos 10 minutos, el mismo lugar, los mismos objetos, los mismos sentimientos. ¿Qué podía haber pasado? ¿ por qué no funcionó? No lo entendía. Eso me pasaba por fiarme de las cosas de las que no me tenía que fiar. Poco a poco fuí escuchando un pitido que me sonaba familiar, sonaba lejos, pero a los poco segundos lo empezé a notar demasiado cerca: Beeeep, beeeeeeep, beeeeeeeep, beeeeeeeep. ¡Mierda, era el despertador! Ah, ¿ que se me había olvidado contaros esa parte? Pues sí, lamentablemente solo se trataba de un sueño más entre muchos otros...
Sueña por lo que quieres, quiere por lo que sueñas.